La plaza con el poema de las ranitas

En esta plaza realmente bella, con mucha sombra fresca, cantidad de árboles, farolas y plantas floridas, rodeada de elegantes locales, con una lindísima fuente central adornada con verdes ranitas y con su chorro de agua en eterno movimiento, se encuentra una placa firmada por Carola Herrero Lima que dice lo siguiente:
“Había en Marbella una placita pequeña con una fuente preciosa.
Sus surtidores de agua eran ocho ranitas de piedra que alegraban a todo el mundo con sus gorgoritos.
Un día, un niño que venía de un lugar lejano se acercó a la fuente, quiso tocar el agua y se apoyó suavemente en la ranita más pequeña.
La ranita que siempre había estado muy fría notó una sensación especial.
Un escalofrío recorrió su cuerpo. Notó que podía moverse y tenía vida. Había sentido el calor de la mano de aquél niño y quiso irse con él.
Se bajó de la fuente y le siguió.
Pero no sabemos si ha podido encontrarle. La ranita nunca volvió.
Estará en algún lugar buscando a su amigo.
Si alguna vez, en un país lejano encuentras a la ranita, por favor dile que vuelva a Marbella.”
Realmente un poema precioso, impecable, sentido, creo que con él nada más hay que contar de esta bella plaza hasta que la ranita del poema encuentre su camino de regreso. Pero eso si en este mismo lugar y como para seguir pensando en la ternura expresada en ese poema te puedes acercar a tomar algo a Las Ranitas.

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